lunes, 8 de junio de 2015

Entre un latido y otro

 Hoy no voy a callar. Tuve mucho tiempo y oportunidad de hacerlo antes y, supongo que tendré mucha más luego. Hoy el cielo me busca como su único amigo, escarba y alucina con adentrar en mi alma; con invitarme a ser parte de su inmensidad.

Hoy la melancolía está cada vez más lejos, y si algún día pretende regresar me encontrará distinto a lo que era cuando se fue. Encontrará una historia distinta a la que alguna vez quiso escribir en mí. ¡Sí! ¡La melancolía me buscaba! ¿Quizás la melancolía se quiso disfrazar en soledad quitándole la esencia mágica a esta última? Contemplar esta posibilidad es querer darle sentido, y estoy seguro que no. La soledad es una forma de felicidad, la oportunidad única de regocijarte en tu riqueza interior: danzar en tu propio compás, darte la oportunidad de robarte una estrella, o de poner alguna otra en el firmamento.
Sentí también que el silencio era una forma de debilidad. Que el silencio era la característica de un ser humano débil. ¡Pero qué barbaridad pude haber pensado! El silencio es un pedazo de cielo. Un anticipo de gloria. El silencio es determinación y profundidad. Pero claro, aclaremos que no considero valioso el silencio que nos impide defendernos y que nos quiere hacer ahogar en nuestros propios pensamientos. Tu pensamiento es tan valioso como el de cualquier otro. ¡Grítalo, compártelo, defiéndelo!

Por mucho tiempo fui de los que pensaban en el camino más fácil: quise esconderme. Quise enclaustrarme y “protegerme”, quise ocultarme sin dejarle un justo paso a la luz (sin saber que en un destello de luz se puede ocultar un buen momento, un feliz recuerdo o una nueva experiencia). Era esa infinita luz que no se cansaba de seducirme, de traerme consigo. Aquella increíble fuerza ganó la partida al ser el mejor contrincante. La necesidad de brillar hasta quemar siempre será más fuerte que cualquier otra penosa circunstancia.

¿Por qué simplemente no intentamos convertirnos en quienes somos realmente? ¿Por qué esa inconsciente obsesión con el que dirán? ¿Acaso una persona no es completamente bella y valiosa cuando no tiene miedo de gritar quién es? de aceptarse como un conjunto de auténticas cualidades ¿Acaso el sueño de ser auténtico se ve eclipsado por una sociedad cada vez más inconexa  y menos incluyente? Tantos años de evolución y ver en el resultado una clara influencia de preceptos morales, paradigmas, tabúes, sólo logran desconcertar. A veces todo es contradicción.

La vida y el universo son un claro reflejo de la inmensurable diversidad en la que habitamos. Todos podemos ser testigos. Hoy no hay forma de anular y simplemente ignorar. Hoy debemos abrazar la diferencia y unirnos cual uno solo.
Cada noche debería crecer en nosotros la voluntad de cambiar mentes y no temerle a ser parte de un todo. Es lo que espero y cual visión sólo me embarga de dicha y hace brotar una esperanza que no puedo ocultar.Todas nuestras emociones no deberían resumirse en absurdos lamentos. Toca insistentemente. La indiferencia nunca ha sido tan fuerte como el perentorio convencimiento de luchar.

Abrir los ojos para sobrevivir. Paciente vas extendiendo en el camino tu mano fuerte, tu mano cómplice a quien merezca caminar de tu lado. Quien merezca permanecer de tu lado. Alguien a quien entregues tu canto que sólo pide sanar. Así con esa luz que vayas destellando, irás alumbrando el incierto camino y podrás seguir con calma. Estarás lastimado ¡cómo no! Pero encontrarás confianza y felicidad en tu propia lucha. Quizás la tenacidad de enfrentar la vida traiga consigo lo necesario para mirarla a la cara y abrazarla: honrar a la vida.

Hoy pedirás perdón si lo deseas. Hoy no te culparás. Hoy desecharás el arrepentimiento y convencerás al remordimiento de que no es tan fuerte como quiso hacerte ver. Hoy tu tristeza nadará en un estanque vacío. Hoy tu silencio no temerá extinguirse.

¿Puedes recordar todas las veces que miraste al cielo y gritaste con una mezcla de impotencia y resignación por qué nadie te comprendía? ¿Recuerdas todas las lágrimas que los demás pusieron en ti? Hoy borrarás cada recuerdo lacerante de tu memoria y así le irás abriendo espacio a nuevas experiencias que serán nuevos recuerdos, que te robaran el aliento de sólo escarbar en ellos. Hoy mirarás al cielo y te verás tan semejante a él. Será fácil perderte en el increíble pensamiento de que los mejores días de tu vida esperan ansiosamente llegar. Llorarás de felicidad y dicha.

Hoy no fingirás ser más quien no eres. Hoy respirarás el aire de la verdad. Hoy te convencerás de que se puede aprender a ser libre. Hoy serás tú único salvador. Hoy serás un héroe para ti. Hoy serás un fin en sí mismo. Dejarás que tus deseos quemen en llamas. No te reprobarás. Te dejarás abrazar por la delicada brisa de la liberación.

Llorar no sirve de nada. Hoy despiertas y te rescatas. Hoy eres un ángel. Hoy eres un dios. Hoy eres el cielo. Hoy eres la luz que insiste en vencer la oscuridad. Hoy eres el guerrero con más valor. Hoy cantas y desearás morir cantando. Hoy eres la melodía perfecta. Hoy eres el muro más difícil de romper. En el fondo de ti aguarda magia inmensurable que solo espera un suspiro para volcarse y encontrar el camino. ¡Fuerza!

Eres feliz con el claro de luna. Eres feliz con un nuevo amanecer. Feliz cuando sientes volar al ritmo de una canción; feliz cuando encuentras respuestas a preguntas que aún no te has formulado. Feliz cuando caminas tu propio camino. Atrás quedan los caminos que ya muchos han recorrido. Hoy tocas tu pecho y encuentras la fuerza que necesitas justo ahí: en el pequeño espacio entre un latido y otro.

lunes, 1 de junio de 2015

El cielo que representas


En un verdadero guerrero no siempre lo más admirable y valioso es la constancia con la que va rompiendo sus propios miedos y obstáculos  y luchando de manera insaciable por lo que quiere, sino la certeza de que lo que hace, de que tomando el camino que persigue está siendo totalmente fiel a sí mismo, a quien realmente es, a la esencia de su ser, a lo que quiere lograr. Debes adueñarte de la certeza que tus pasos te recuerdan tu verdadero valor, tus añoranzas, tu íntimo impulso y tendencia a la esperanza, de creer posible lograrlo todo o, al menos intentarlo todo. El tributo de un luchador siempre será el luchar, el sufrir, el reír, pero a veces debes tomar una pausa, analizar que sucede, que es lo que quiere obstaculizar: lo que te va robando el aliento a veces inconscientemente.


Cuando cae la noche, cuando el silencio se adueña de las calles, cuando antes de irte a descansar sientes que no te quedarás dormido sin antes reflexionar, porque sientes que jamás es bueno negarte a sentir, porque el conocer lo que grita en tu interior va haciéndote capaz de lograrlo calmar. No, no eres un tonto, no eres dependiente, no lo eres. Solo que es inevitable no sentir derrumbarse al ver en muchos ojos a tu alrededor el brillo de un espíritu interesado, que solo va por la vida procurando sacar provecho, que jamás reflexionarían sobre el verdadero valor de una persona, de una compañía, de una amistad. El sentir que nunca se darán su propio valor ni se lo darán a la persona próxima, ni a los demás. Una revolución de emociones va conquistando esa aflicción; es duro a veces aceptar que no todo ocurre como quisieras, que por más que intentes acallar ese mar rugiente y hambriento pronto se liberará y explotará. Esperas el regreso de la calma, de la determinación, de la fuerza, esa misma que se va anteponiendo ante el dolor.


Cuando duermes vas preservando tu ser, vas haciendo tu justa pausa, vas acallando el grito masivo. Pero despiertas y te encuentras una sociedad que cada vez se preocupa menos en mirar que alrededor hay mucha vida por honrar, que los prejuicios nunca constituyen nada, de que la vida es diversa y el respeto por las demás y la inclusión es realmente valiosa.


Y el pensamiento vuelve, te va quitando armonía al pensar en que no todas las personas sienten el mismo deseo de decir sí, de dar oportunidad a que una estrella nazca en el firmamento. No saben para qué sirve el sentir, el luchar, el creer en sí mismo. Tu corazón está permitido a decir no, a no conmoverse, a no darle gusto a la mala atmósfera compuesta por personas realmente ínfimas y muchas veces vacías, que jamás piensan en los demás, que van procurando autosatisfacción a costa de todo, a costa de nada, pero eso no representaría nada cuando caminas al lado de quien desearías cambiar su perspectiva, no para tu bien, sino para su bien, no por tu cielo, sino por su cielo.


Por eso amante de la vida, nunca dejes de pensar en amar el sol, el rocío, las verdes praderas, los hermosos amaneceres que parecen inspirados en la más hermosa composición musical. Somos campeones. Quemamos. La pérdida de tiempo en personas dañinas que no saben apostarle a su tesoro interior, jamás debe lograr debilitarte. Debes saber, -o ir aprendiendo-, a desprenderte, a procurar darte el derecho de dejar a tu alrededor lo que consideres vital en tu vida, lo que te provea felicidad y por lo que estarías dispuesto a todo: a quemarte en una llama roja y viva. Somos guerreros, nos es válido caer. Lo que no nos es válido es tomar excusa de la caída para quedarnos allí, para parar el rumbo acelerado en el que corren los sueños que no saben de dolor, ni de divisiones, ni de limitaciones.


 Sin ti estás muerto. Por eso procura amarte, aceptarte, aprender a ser un alma delirante y libre: una noche completa de deseos; y  a caminar acorde a tu más íntimo deseo, a saber esconderte y reírte por fin del miedo, y a encarar la luna: abrázala, recórrela. Que la locura de amarla sea tu mejor secreto.


Sé un amanecer, que con su poder va desechando la oscuridad pasada de una noche de dolor, de una noche desafortunada, y va abriéndole paso a la luz, a la infinita luz, a la locura de amar el firmamento azul y vivo, que te recuerda que andas sin miedo a confesar lo que has sido, que eres consciente de que sabes que eras sólo una víctima del miedo que te asechaba, que temiste a cantarle a la libertad, que no te atreviste a mostrarte como realmente eres, que hoy estas dispuesto a llegar a ser el cielo que representas.