Tras el espejo veo y pienso, ¿quién soy? Y ésta es quizás la cuestión más importante a la que me he enfrentado. Veo detrás del espejo un sobreviviente, una lucha constante, un fin en mí mismo, un alma tan fuerte que parece inquebrantable. Hoy puedo ver como el tiempo ha hecho lo suyo, ha modificado muchas cosas pero también me ha hecho conservar todo aquello de lo que puedo sentirme orgulloso; decir: este soy yo y jamás me avergonzaría de serlo. Puedo soñar que puedo alcanzarlo todo, puedo creer que moveré el mundo, puedo confiar en mí, puedo llegar alto, puedo verlo todo más claro, puedo dejar atrás lo que jamás deseé.
Veo como he abrazado con la mayor fuerza mis sueños. Me he
sentido orgulloso de caminar mi propio camino, de dejar de lado el camino que
muchos han recorrido. Me he llamado loco y me he regocijado en esa realidad ¡Sólo
un loco le habla a la luna! ¿Qué sería del loco sin esa luz que sana? ¿Qué
sería del loco sin la certeza de que lo que otros llamen “extraño” sea su propia
riqueza?
Tras el espejo contemplo la distancia entre lo que soy y lo
que he querido ser, y puedo ver cada vez, con mayor deseo, cómo se acortan,
como esa meta se va haciendo cada vez más tangible, cada vez más real. Veo
confianza, veo también como muchas veces he sentido que ser lo que soy me ha
embargado de infinita tristeza: le he entregado lo mejor de mí, a seres que no
lo merecían. He jugado muchas veces con el trapecio y, claro, He caído. Ha dolido como nunca; he temblado
con la incertidumbre de los días venideros; el fracaso me ha susurrado; me ha
sujetado la desesperanza, el mal me ha derrotado. Pero contemplo como un poco
de paz ha sido suficiente, un profundo suspiro de calma y fuerza me ha
levantado, me ha renovado y dejado en las cenizas lo que nunca necesité.
Soy el conjunto de dichas y desdichas de quien ama vivir, me
he encontrado con la desilusión ¿quién puede preverla? Pero, no sé la razón y,
quizás no esté muy orgulloso de esto pero, he desconocido las razones y me he
negado muchas veces a creer cómo alguien puede llegar a hacerle daño a alguien,
como el mal ha triunfado en la historia de la humanidad, como el ser humano se
ha encargado de desatar una fuerza de destrucción con sus iguales. Muchas veces
el querer con miedo no es no saber querer. Hoy puedo ver el reflejo y encontrar
fácilmente la luz en mis ojos que no da lugar a dudas, soy fuerte y soy un
campeón. Hoy extraño, como no, la gloria del pasado. He sentido necesidad de
revivir las emociones que me edificaron, que me enaltecieron, pero me percato
de que el pasado no solo se llevó infinita dicha, sino también se encargó, como
cual océano embravecido, de limpiar y alejar la realidad en tinieblas, los
momentos de quebranto y el miedo a ser yo mismo.
Veo que lo que vendrá será el encuentro con la felicidad, el
regocijo con la dicha de ser un mensaje de libertad y de verdad. ¡HAY QUE
APRENDER A SER LIBRES! Iré día tras día, no me apresuraré, paso a paso, de a
pequeños esfuerzos se consigue fortaleza. La vida es pura y brillante. En un
momento se puede esconder dicha que puede acompañarnos en el recuerdo, momentos
que le darán un sentido a todas las lágrimas de los días débiles. Todo tendrá
un sentido. La nada dejará de ser vacío, sólo ausencia de voluntad.
He cambiado muchas veces de parecer, he llegado al punto de
no reconocerme, he volcado lo que soy, he rogado por muchas veces ser como los
demás, quizás para evitarme el ser fuerte, pero la resolución ha llegado a
tiempo a mí, seré quizás lo que jamás pensé ser pero que en el fondo anhelé. Y
estaré feliz con no rendirme, y estaré dichoso de escribirle a la vida, de
honrar la vida.